Cuando leí El escribidor pensé que era probable que Vargas Llosa se ganara algún día el Nobel. Con la lectura de Pantaleón lo confirmé. Tampoco fue un gran descubrimiento, hacía años que venía estando nominado.Después vino su etapa de politiquero y, discurso a discurso, me fue convenciendo de que como político era buen escritor. Después vinieron todas sus declaraciones respecto de la Argentina, ahora, hoy, que me rompieron tanto las pelotas. Me rompieron tanto porque conozco el Perú de Alan García, la desigualdad y la pobreza, que tanto elogian los que, como Vargas Llosa, se dicen demócratas liberales.
Un grupo de gente quiso declararlo persona no grata. Me pareció un exceso. Que venga este gran escritor. Que venga y que de un discurso en contra del gobierno. Le damos la palabra y la libertad para que se refute a sí mismo. Después, si quiere decir que esto es una dictadura, que lo haga, no hace más que afianzar mi impresión de que, como político, no tiene la brillantez que tiene como escritor.
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