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sábado, 6 de octubre de 2012

“Las leyes son como las mujeres, están para violarlas”

[NOTA ORIGINAL EN EL PAIS]

*Dimite el presidente de los españoles en el exterior, José Manuel Castelao, tras su comentario
*El alto cargo asegura que renuncia por “motivos personales”

 

José Manuel Castelao, junto a la consejera gallega de Trabajo, Beatriz Mato (centro), y la secretaria general de Inmigración y Emigración, Marina del Corral (derecha), en un acto el martes pasado en Santiago de Compostela. / Lavandeira jr. (EFE)

Pocas horas después de que se difundiese la desafortunada frase que declaró el martes --"Las leyes son como las mujeres, están para violarlas"--, el presidente de los españoles en el exterior, José Manuel Castelao Bragaño, ha anunciado su dimisión. El presidente del Consejo General de la Ciudadanía en el Exterior –órgano consultivo y asesor perteneciente al Ministerio de Empleo--, Castelao Bragaño, ha declarado a El País que en las próximas horas presentará su renuncia al director general de Migraciones. Castelao, de 71 años y que fue nombrado el lunes, ha asegurado que su renuncia no tiene nada que ver con el comentario que realizó ante algunos miembros del consejo en una reunión en Santiago de Compostela. Una frase que despertó las protestas entre algunos miembros de este organismo y por la que después pidió perdón.

“Nadie me ha pedido mi renuncia. Tengo una situación personal por la que no puedo afrontar el cargo. No tiene nada que ver con lo sucedido, aunque es cierto que todo suma”, ha explicado por teléfono. Es la segunda vez que el abogado gallego de 71 años –que fue diputado del PP en el Parlamento de Galicia entre 2005 y 2009— preside este organismo que agrupa a los españoles que viven en el extranjero y que tiene como objetivo garantizar su derecho al voto o a la participación en las administraciones públicas. En esta ocasión su nombre fue propuesto por la ministra de Empleo, Fátima Báñez, y votado después por el pleno del Consejo. Su mandato --que debía durar cuatro años no ha durado una semana. De hecho, explican desde Empleo, a la ministra Báñez no le había dado tiempo ni a firmar su nombramiento.

“Nadie me ha pedido mi renuncia", asegura Castelao. A la ministra Báñez no le había dado tiempo ni a firmar su nombramiento.

En su segundo día como presidente de los españoles en el exterior, José Manuel Castelao estaba reclamando el acta de la reunión a una de las comisiones, la mesa de Educación y Cultura, a quien le faltaba un voto para formalizar el documento. “No pasa nada. ¿Hay nueve votos? Poned diez… Las leyes son como las mujeres, están para violarlas”, dijo, según han explicado varias de las personas que estuvieron en la reunión.

Ana María Navarro, canaria y miembro del consejo por Venezuela, donde vive, explica que se quedó atónita. “Fue una frase absurda y desafortunada, y más viniendo de una personalidad como él, el presidente de un organismo”, dice. Un comentario y un sentimiento que comparten otros miembros de la mesa de Educación y otros delegados del Consejo de Ciudadanía Exterior.

Castelao Bragaña reconoce lo ocurrido. Sin embargo, asegura que su comentario se ha malinterpretado. “No siento para nada el sentido que la frase tiene y no es el sentido que yo le quise dar. Cité la frase, lo reconozco, pero en el sentido inverso, aunque no puedo achacar a otro una responsabilidad que es mía”, explica ahora por teléfono. “Lo siento mucho. Lamento profundamente lo que ha ocurrido. Y doblemente: por quienes lo escucharon, casi todo mujeres, porque les generé un dolor; y por mí, porque construí un edificio que se me viene encima”, dice.

Tras lo ocurrido, los miembros de la comisión de Educación y Cultura redactaron un escrito –firmado por ellos y por otros delegados--, que entregaron al director general de Migraciones, Aurelio Miras Portugal, en el que exigían a Castelao Bragaña disculpas públicas.

"Las cosas hay que pensarlas antes de decirlas y tendría que tener interiorizado que un comentario así es intolerable”, dice Myriam Herrero, miembro del Consejo
Myriam Herrero, representante por Suiza en el Consejo y también miembro del PSOE, explica que cuando supo de la existencia de la carta, el propio Castelao se acercó a la Mesa de Educación para pedirles disculpas personalmente. “Nos pidió perdón, nos dijo que no sentía lo que había dicho y que para nada una frase así o similar volvería a salir de su boca. Pero las cosas hay que pensarlas antes de decirlas y tendría que tener interiorizado que un comentario así es intolerable”, dice.

En la carta, los delegados pedían a Castelao --que fue diputado del PP en el Parlamento de Galicia entre 2005 y 2009-- que se retractara ante el pleno del Consejo y se disculpara. Lo hizo, pidió perdón, pero no dijo exactamente por qué. “Si pudiera hacer alguna penitencia para borrar lo que hice la haría”, afirma Castelao ahora. “No tengo para nada ningún pensamiento contra la mujer que me merece todos mis respetos. Es más, soy un devoto de la mujer”, añade.

Francisco Ruiz Vázquez, que presidió el Consejo desde 2005 hasta hace unos días, no escuchó las palabras de Castelao cuando las pronunció. A pesar de esto, fue uno de los firmantes de la petición de disculpas públicas. “Cuando se me explicó lo que había sucedido firmé, como firmaron otros”, dice. Ruiz Vázquez, uno de los representantes, como Herrero, por Suiza, sí oyó después las disculpas públicas del ya expresidente. “Pidió perdón, pero no dijo claramente por qué. Es una triste declaración. Una persona así no tiene capacidad de estar en un foro que agrupa a hombres y mujeres. Hay que tener en cuenta que eso ha salido de la boca de una persona que representa a los españoles en el exterior. ¡Es una barbaridad que no solo no se puede decir, sino que no se puede pensar”, insiste.
La renuncia, explica un portavoz del ministerio de Empleo, ya ha llegado al Consejo de Ciudadanía Exterior, que ahora presidirá la vicepresidenta, Marina del Corral, secretaria general de Inmigración. Desde el departamento que dirige Fátima Báñez, sin embargo, prefieren mantener silencio sobre la polémica. "Nadie del ministerio estaba presente en ese momento", explica un portavoz que aclara, sin embargo, que la carta en la que varios miembros del consejo exigían disculpas sí llegó al departamento. "El comentario fue, como mínimo, muy desafortunado. En cualquier contexto", añade.

jueves, 7 de junio de 2012

#StopMerkel: "Una confundida España se rebela contra Alemania"


[OPINIÓN PERSONAL]

¡No se rindan españoles! ¡No se rindan, carajo!

Hace 10 años Latinoamérica era el vertedero del mundo y nadia daba NADA por nosotros. Sigan luchando, hombro con hombro, hasta el final, que ellos tienen menos convicciones que nosotros.

[NOTA ORIGINAL EN EL ECONOMISTA.ES]

Ante los continuos rumores de un rescate "inminente" para España y después de que la agencia Fitch rebajara la calificación del país, que está a tan sólo dos escalones del bono basura, #StopMerkel ha revolucionado Twitter.

Numerosas voces se han lanzado en contra de la canciller alemana Angela Merkel y del hecho de que se esté ultimando un rescate para España que podría alcanzar los  80.000 millones en el peor de los casos.
Tampoco hay que olvidar las palabras de la canciller alemana de esta misma tarde, ya que ha abogado por conceder más competencias a Europa para conceder a "Europa también más posibilidades de control". Asimismo, Merkel ha apostado por una Europa a dos velocidades afirmando que "no podemos detenernos porque unos u otros no quieran avanzar".

"Necesitamos no solo una unión monetaria, sino también la llamada unión fiscal, es decir mas política presupuestaria común", ha asegurado la jefa del gobierno germano.

Por ello, la red social no ha tardado en convertir #StopMerkel en la tendencia del momento con frases como "sin presentarse a nuestras elecciones, gobierna nuestro país", "no podemos ser siervos de la deuda" o "no queremos un rescate, si rescatas a alguien que sea a Leticia Sabater".
En incluso, hay quien bromea con el asunto, como es el caso de @zerohedge, quien afirma en uno de sus mensajes que "una confundida España se rebela contra Alemania". 



lunes, 4 de junio de 2012

Vidas paralelas



[NOTA ORIGINAL EN LE MONDE DIPLOMATIQUE]



Por Maurice Lemoine*

La crisis griega no es inédita. Otros países, abrumados también bajo el peso de la deuda, como la Argentina de la década 1990-2000, eligieron no pagar. Este caso emblemático ilustra tanto la lógica que conduce a la catástrofe como los mecanismos que le permitirían a Atenas salir de ella.

odo empieza a partir de una idea deslumbrante. Para poner fin a la inflación que devasta al país a su llegada al poder en 1989 (1), el presidente peronista Carlos Menem –acompañado por su súper ministro de Economía Domingo Cavallo, formado en Harvard y ex funcionario de la dictadura (1976-1983)– fija la tasa de cambio de la moneda argentina de manera rígida: 1 peso=1 dólar. Este sistema es bautizado “convertibilidad”. Al principio, esta política alentada por el Fondo Monetario Internacional (FMI) tiene éxito: la inflación desaparece, el crecimiento económico se afirma.

El 1º de enero de 2001, Grecia cumple con los requisitos de Maastricht y se une a la zona euro. Un año más tarde, las monedas acuñadas de la nueva divisa reemplazan al dracma, la antigua moneda nacional.

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Después de la crisis mexicana (1994-1995), Buenos Aires tiene dificultades para financiarse en los mercados: el alza de las tasas de interés –que alcanzan el 20%– pesa sobre su presupuesto. Dado que varias crisis golpearon a las naciones emergentes (el Sudeste Asiático, Rusia, Brasil), el dólar, convertido en inversión refugio, ve crecer su valor. El matrimonio de amor del peso con el billete verde se vuelve en contra de Buenos Aires: al quitarle al Banco Central toda autonomía, el gobierno perdió el control de su política monetaria. Cuando varios vecinos importantes, como Brasil, devalúan su moneda, cuando el dólar sube en relación al euro, Argentina pierde toda competitividad en sus mercados, tanto próximos como lejanos. El año 1998 marca así el tránsito del crecimiento a la recesión.

Con el pasaje al euro, la industria griega se las ve con una moneda fuerte en relación con el dracma: su producción “cuesta cara”.

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Cuando, el 10 de diciembre de 1999, Menem cede el lugar al radical Fernando de la Rúa, líder de una coalición de centroizquierda –la Alianza, integrada por la UCR y el Frepaso–, a quien el ex primer ministro griego no hubiera desaprobado, la economía está en ruinas. Sobre 36 millones de argentinos, 14 millones viven, oficialmente, por debajo del umbral de pobreza. El FMI, el eterno e intachable protector del género humano, promete al nuevo gobierno un préstamo de 10 mil millones de dólares para refinanciar su deuda, con la condición de que se comprometa a poner en práctica un programa de austeridad. El poder, respetuoso como empleado doméstico recién contratado, para evitar toda moratoria o falta de pago –la deuda pública alcanza los 147.800 millones de dólares–, elabora un “plan de ajuste estructural”. En junio de 2000, una huelga general paraliza el país.
El 30 de noviembre de 2009, mientras los ministros de Economía europeos expresan su preocupación, Papandreu –que ha sucedido a un primer ministro conservador, Kostas Karamanlis– admite que la economía griega se encuentra en “terapia intensiva”. El 3 de marzo de 2010, anuncia el primer plan de austeridad.


Hacia el estallido social

Una multitud de economistas del FMI, del Banco Mundial (BM) y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) apremian con el sin duda último “plan de salvataje”. “El FMI no permitirá a Argentina obtener el apoyo prometido en tanto el gobierno no ponga en práctica, por ley o por decreto, el conjunto de medidas anunciadas por el Presidente” (2), advirtió el 23 de noviembre de 2000 Stanley Fischer, director general de una institución que, en caso de necesidad, sabe mostrarse desagradable. Entonces, por decreto, De la Rúa desmantela lo que queda del servicio público de las jubilaciones, desregula la seguridad social, flexibiliza el mercado de trabajo, liberaliza el sector de la salud.

El 23 de abril de 2010, Atenas obtiene un primer préstamo de 45.000 millones de euros acordados por la Unión Europea y el FMI.


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Los enfrentamientos entre la policía y los manifestantes dejan sus primeras víctimas. Los escraches –insultos, pedradas o huevazos, agresiones físicas–, los piquetes en la ruta y los cacerolazos se multiplican. El 18 de diciembre de 2000, utilizando racionalmente las incompetencias, una coalición de economistas internacionales aportada por el FMI gratifica a Buenos Aires con un nuevo plan de “ayuda” de un monto total de 39.700 millones de dólares en tres años. ¡Gracias a estas medidas, Argentina se salvará! Tanto que De la Rúa anuncia una nueva reducción del gasto público y, el 20 de marzo de 2001, nombra ministro de Economía al señor “peso-dólar”, Cavallo. Su retorno, saludado (momentáneamente) por la Bolsa, el FMI y los mercados, entusiasma al Financial Times: sus logros le han permitido en efecto “encarnar una leyenda entre los inversores internacionales y los políticos del mundo entero” (3). Y llena de esperanza al primer ministro británico Anthony Blair y al presidente George W. Bush, que expresan públicamente su satisfacción.

El 2 de mayo de 2010, con el ánimo de “poner término a la crisis”, los ministros de Economía europeos acuerdan conceder a Grecia un “plan de salvataje” de 110.000 millones de euros.


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Para evitar la cesación de pagos, y porque la posibilidad de una moratoria declarada unilateralmente está dogmáticamente descartada, Cavallo inventa el “megacanje”, a través del cual los títulos de la deuda a corto plazo (29.500 millones de dólares) son canjeados por títulos a largo plazo (hasta treinta años), pero –acelerando la catástrofe– con intereses fabulosos. A continuación se propone el “déficit cero” por medio de la disminución de un 13% de los salarios y pensiones de más de 500 pesos (500 dólares); una medida que afecta al 92% de los empleados del Estado y al 15% de los jubilados. Cientos de pequeñas y medianas empresas (pymes) bajan la cortina. Como la peste de la Edad Media, el horror económico empuja a los piqueteros –desocupados que eligieron como medio de acción cortar las rutas– a levantar innumerables piquetes, y a una multitud de argentinos a lanzar una huelga general, el 20 de julio de 2001. Las agencias de gestión de riesgos Standard & Poor’s y Moody’s anuncian que clasificarían a Argentina en “cesación técnica de pagos”. Un portavoz del Departamento del Tesoro estadounidense completa el mensaje precisando: “Probablemente serán necesarios más sacrificios por parte de la población argentina para llegar a obtener la situación de equilibrio deseada” (4).

Dado que los bancos eran incapaces de hacer frente a las demandas de retiro de los depósitos efectuados en pesos y en dólares, el gobierno impone a partir del 3 de diciembre de 2001 estrictas medidas que limitan las salidas de dinero hacia el extranjero. Sobre todo, prohíbe a los ahorristas el acceso al dinero líquido de sus cuentas bancarias, y hace entrar en vigencia “el corralito”. Para colmo, surge la hipocresía, disfrazada de virtud: mientras que la recaudación fiscal registra una nueva caída récord en noviembre (el -11,6 %), y las medidas de fuerza paralizan la actividad económica y provocan una recesión que dura tres años, la agencia Fitch baja la nota de la deuda pública de C a DDD (default de pago). El FMI anuncia que no desembolsará los 1.260 millones de dólares acordados anteriormente.

¡Séptima huelga general! A partir del 12 de diciembre, importantes manifestaciones se despliegan, se amplifican y son reprimidas (hay siete muertos y trescientos setenta y ocho heridos). Estas manifestaciones desembocan en el saqueo de supermercados y de comercios por parte de los excluidos, desprovistos de toda cobertura social. La clase media hace sonar ruidosamente sus cacerolas. Sin banderas ni dirigentes, miles de descontentos comienzan a desplazarse y a bramar como un mar enfurecido. Como única respuesta, De la Rúa decretará el estado de sitio e intensifica la represión policial: treinta y cinco muertos, más de cuatro mil quinientos detenidos. Pero la movilización popular no cede. El 19 de diciembre, siguiendo en su desbande al impopular Cavallo, el gabinete de ministros presenta su renuncia. Al día siguiente, a mitad de su mandato, De la Rúa trepa a un helicóptero y abandona la Casa Rosada.

El 19 y 20 de octubre de 2011, una huelga general y violentas manifestaciones paralizan a Grecia; Dimitris Kotsaridis, uno de los manifestantes, pierde allí su vida.


El final de la convertibilidad

Mientras que la incuria de las prescripciones del FMI, del Banco Mundial y de sus amigos (una suerte de “troika”) queda públicamente expuesta, el peronista Adolfo Rodríguez Saá es designado presidente por el Congreso. Ante la Asamblea Legislativa, declara que no pagará un céntimo de la deuda. Defiende una política de relanzamiento, habla de crear un millón de empleos y pretende volver atrás con la disminución de las jubilaciones y la flexibilidad laboral. Estas primeras decisiones –que tienen “más puntos en común con el populismo más recalcitrante que con la imagen renovadora y moderna que pretende representar el presidente interino”– preocupan a los mercados (que tienen como intérprete, en este caso preciso, al diario español El País, el 28 de diciembre de 2001).

Mientras la población exige soluciones concretas, las manifestaciones callejeras no cesan. “No tengo más opción que presentar mi renuncia irrevocable”, capitula Rodríguez Saá, siete días después de haber asumido sus funciones.

El peronista Eduardo Duhalde es nombrado para el resto del mandato, es decir, hasta diciembre de 2003. Es el quinto presidente en quince días. Apenas constituido, el gobierno envía al Parlamento una “ley de emergencia” que, aprobada el 6 de enero de 2002, comporta modificaciones fundamentales en materia de política económica. Se trata, para relanzar la actividad, de devaluar el peso en un 30%, poniendo fin a la paridad fija impuesta en 1991. “El discurso y los gestos, sin dejar de ser populistas, son ahora más prudentes”, observa El País, el 3 de enero. ¿“Populistas”? Por supuesto: la devaluación amenaza con hacer perder 3.000 millones de euros a las multinacionales españolas que se deleitan en Argentina como en un país conquistado (y a quienes la Bolsa de Madrid castiga con frecuencia severamente).

La opción que consiste en hacer cualquier cosa con tal de preservar su lugar dentro de la zona euro impide a Grecia devaluar su moneda para intentar relanzar sus exportaciones.


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Las empresas concesionarias de servicios públicos privatizados, a menudo de origen extranjero, reclaman aumentos de tarifas que van desde el 40% al 260%. “Nunca en mi vida recibí tantas llamadas telefónicas de todos los grupos instalados en Argentina que no quieren que toquemos sus privilegios”, confesará un poco más tarde el presidente Duhalde (5). El 27 de enero, lanzando una advertencia que suena como una amenaza, el Comisario Europeo de Asuntos Económicos y Monetarios Pedro Solbes denuncia “las carencias y las contradicciones” del programa económico argentino. El Crédit Agricole, el Banco Santander y el Scotiabank hicieron mutis por el foro dejando decenas de miles de argentinos sin ahorros.

A pesar de las declaraciones oficiales que van en el sentido del rigor, el gobierno le teme más a una enésima explosión social que al descontento de los inversores extranjeros, de Estados Unidos o del FMI. Mantiene, pues, la moratoria decretada por Rodríguez Saá. El FMI reacciona pidiéndole al nuevo presidente un “plan coherente”: negará toda asistencia mientras perdure la política en curso, y le dan un año a Argentina para pagar su deuda.

El 31 de octubre de 2011, Papandreu anuncia que someterá al voto de los ciudadanos el acuerdo elaborado durante la cumbre europea del 27 de octubre (que apuntó a “salvar” otra vez a Grecia imponiéndole una nueva dosis de austeridad). Reprendido por Alemania, Francia, Bruselas y el FMI, renuncia el 3 de noviembre.

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En su discurso de asunción, Duhalde había afirmado que los depósitos bancarios bloqueados por el corralito serían restituidos en la moneda original. Pero dando marcha atrás sobre sus compromisos, anuncia que los ahorristas recuperarán su dinero en pesos y no en dólares, sobre la base de 1,40 pesos por dólar, mientras que, según la tasa de cambio libre, este cuesta ya 1,65 pesos. En abril, el FMI, manejando la situación –a menos que, simplemente, no tuviera ninguna idea de lo que convenía hacer–, otorga 710 millones de dólares para financiar el déficit de las provincias. Compartiendo con sus interlocutores un verdadero gusto por la repetición, Duhalde se compromete a realizar… recortes en el gasto público. En el transcurso de los tres meses anteriores, las empresas procedieron a ciento setenta mil despidos; el desempleo alcanza oficialmente el 25%. En la provincia de Buenos Aires, la suspensión de las becas sacó de las escuelas a aproximadamente ciento treinta mil alumnos de los barrios menos favorecidos.

El 20 de febrero de 2012, los ministros de Economía de la zona euro se ponen de acuerdo para aportar a Grecia una ayuda suplementaria de 130.000 millones de euros a cambio de nuevas medidas de austeridad. El ministro de Economía holandés Jan Kees de Fager pide que la Unión Europea y el FMI establezcan “vigilancia permanente” sobre Atenas.

El giro kirchnerista

¿Vigilancia? En Argentina se impone otra lógica.
A fines del año 2001 surgen por todas partes asambleas populares, organizaciones de desocupados y de piqueteros, redes de trueque, centros de salud o de educación; los trabajadores toman en autogestión las fábricas abandonadas (6). Los políticos, los miembros del gobierno, los jueces ya no se atreven a aparecer en público: fueron demasiado ávidos, demasiado corruptos; el país entero los vomita. La pesadilla de la ruina hace sublevarse a las comunidades campesinas. En la ciudad, vuelven los cacerolazos; los sindicatos de desocupados y demás, gente de los suburbios que ya no puede satisfacer su hambre bloquean el acceso a la Capital. En un caos total, al grito de “¡Que se vayan todos!”, los argentinos se levantan de nuevo, dejando sobre el pavimento dos muertos y ciento noventa heridos (sin hablar de ciento sesenta detenidos).

El 26 de junio de 2002, la represión feroz de una manifestación de piqueteros –la “masacre de Avellaneda” – cobra dos nuevas víctimas y treinta y tres heridos de bala. Ante la indignación popular, Duhalde anuncia elecciones anticipadas, seis meses antes del término previsto.
En diciembre, en las calles de Buenos Aires, todavía desfilan cerca de cien mil personas, reclamando una “asamblea popular” donde se discuta un “cambio radical del modelo económico”.

Las negociaciones con el FMI, que están congeladas desde diciembre de 2001, permanecen en un punto muerto. Para muchos, Argentina, convertida en un paria financiero, como Irak, Liberia o Somalia, tiene ya un pie en la tumba. Tanto es así que el sociólogo francés Alain Touraine la entierra: “[Argentina] No tiene ninguna capacidad de transformarse y de tomar decisiones. Como unidad, como país y como sistema político está muerta” (7). Muerta, quizás, pero todavía se mueve. Y mucho.

Durante la campaña electoral, tres candidatos se presentan en nombre del peronismo: Carlos Menem, el efímero presidente Rodríguez Saá, y Néstor Kirchner, desconocido por la mayoría, pero gobernador de centro izquierda de la provincia de Santa Cruz. El 27 de abril de 2003, Kirchner y Menem van a la cabeza con el 24,34% y el 21,9% de los votos, respectivamente. El 14 de mayo, dado por “aplastado-derrotado-aniquilado” por los sondeos, Menem –que anunció que, si él resultaba elegido, no dudaría en llamar al ejército para terminar con el “desorden”– renuncia a disputar la segunda vuelta. El 25 de mayo, en su discurso de asunción, Kirchner se presenta como defensor de la justicia social y partidario de un rol acrecentado del Estado, para “poner igualdad donde el mercado excluye”. Mientras que Estados Unidos sólo envía a un funcionario de segunda línea, el secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano Mel Martínez, a nadie se le escapa que en el aplausómetro de las delegaciones extranjeras, con el presidente cubano Fidel Castro, el venezolano Hugo Chávez y el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, se viene abajo el techo.

Los inversores extranjeros siguen reclamando una revaluación sustancial de las tarifas de servicios públicos privatizados (medida también exigida por el FMI). Por su lado, Kirchner y su ministro de Economía Roberto Lavagna deciden controlar las entradas de capitales especulativos y anuncian un aumento del 50% del salario mínimo con el fin de relanzar el consumo.

A partir de entonces, la política del presidente toma un rumbo exactamente opuesto al que devastó al país. Rompe las “relaciones carnales” mantenidas desde los años noventa con Estados Unidos y gira hacia el eje progresista latinoamericano. Reafirma el rol de la voluntad en política, y del Estado en la economía. Une saneamiento financiero y desarrollo de la protección social, reconstrucción de la oferta industrial y sostén de la demanda popular. A partir de septiembre de 2002, como consecuencia de la muy fuerte depreciación del peso que, al proteger la industria, permite la reconquista del mercado interno y la sustitución de ciertas importaciones, había vuelto el crecimiento; su tasa, también favorecida por el dinamismo de las exportaciones, aumenta fuertemente.

Al observar esta recuperación, el FMI desea, por supuesto, que Buenos Aires consagre una parte del excedente de su recaudación fiscal a mejorar la oferta por la deuda. Como toda respuesta, Kirchner propone retomar los pagos a cambio del abandono, por parte de los actores financieros, de una parte de su crédito. Y, de hecho, en septiembre de 2003, en ocasión de las asambleas generales del FMI y del Banco Mundial que se realizan en Dubai, define personalmente su oferta como “para tomar o dejar”, negociando en forma directa con el mercado en lugar de someterse a él. De esta manera arranca a los gendarmes monetarios una moratoria que difiere a tres años (hasta diciembre de 2006) la cobertura de 12.500 millones de dólares; prorroga el plazo de reembolso de 2.430 millones de dólares por los cuales Argentina está en default de pago y, sobre todo, se niega a tomar ningún compromiso en cuanto a la aplicación de las tradicionales recetas del Fondo.

Finalmente esta posición dura fue exitosa, y la reestructuración obtenida el 25 de febrero de 2005 creó un precedente interesante, por no decir un ejemplo. Ese día, Argentina impuso una reducción de su deuda pública, tanto interna como externa (178.700 millones de dólares), gracias a una quita del 70% aplicada a 82.000 millones de dólares, la quita más grande de todos los tiempos (8). De esta suma, el 43,5% estaba en manos de ahorristas individuales no residentes (entre ellos, muchos italianos y alemanes), el 34,5% pertenecía a inversores institucionales extranjeros y el 22% a argentinos. Los montos debidos al FMI, al Banco Mundial y a otros organismos internacionales no estaban comprendidos en el acuerdo (9) –lo que algunos, partidarios de una respuesta (todavía más) fuerte, reprocharán al presidente–.

Tachado de “populista”, criticado por su rechazo a criminalizar la protesta social, a veces acusado de autoritarismo, el presidente Kirchner, si bien no arregló todos los problemas de su país, nacionalizó una cantidad de empresas estratégicas– como el Correo y el servicio de agua potable–, financió importantes programas sociales y redujo la tasa de pobreza a la mitad en cuatro años. “Hemos logrado la mejor negociación del mundo para la más importante deuda del mundo”, declaraba en Dubai ese 25 de febrero de 2005. En el mes de diciembre siguiente, gracias a la ayuda de Venezuela (adquirente de 1.600 millones de dólares de obligaciones), el país se dará el lujo de pagar de golpe la deuda contraída con el FMI (9.800 millones de dólares). También sobre este punto se dejarán oír las críticas. Pero, para Buenos Aires, la medida tenía un objetivo importante: impedir a los responsables de la catástrofe de 2001-2002 meter otra vez las narices en los asuntos del país.

Al recobrar la soberanía el país se levantó espectacularmente, hasta el punto de que, entre 2003 y 2011, su Producto Interno Bruto (PIB) se triplicó. Obviamente, el sector exportador griego no es el argentino y, desde 2001, Buenos Aires aprovechó el rayo de luz sobre la economía mundial, estimulada por el crédito barato y la demanda china en materias primas. Atenas no puede contar realmente con un entorno semejante para recuperarse. Pero esto no debe impedirle meditar sobre la moraleja de este precedente. Moraleja que, al año siguiente, Joseph Stiglitz, premiado en 2001 con el Premio del Banco de Suecia en Ciencias Económicas en homenaje a Alfred Nobel, formuló en estos términos al observar el desastre argentino: “Todo economista digno de ese nombre habría podido predecir que las políticas de austeridad provocarían un enlentecimiento de la actividad impidiendo que los objetivos presupuestarios sean alcanzados” (10).

Entonces, ¿por qué no pensar ahora en la situación de Grecia?

1. En promedio, 1.105% entre 1985 y 1990.
2. El País, Madrid, 24 de noviembre de 2000.
3. Tomado de Courrier International, París, 20 de diciembre de 2001.
4. El Nuevo Herald, Miami, 14 de julio de 2001.
5. Le Monde, París, 8 de enero de 2002.
6. Véase Cécile Raimbeau, “En Argentine, occuper, résister, produire”, Le Monde diplomatique, París, septiembre de 2005.
7. El País, 14 de abril de 2002.
8. Al cabo de largas negociaciones con los acreedores que la habían rechazado, esta quita del 75% será finalmente aceptada en 2010 por cerca del 93% del monto total de las sumas implicadas.
9. Entre 2001 y 2004 Buenos Aires les pagará más de 10.000 millones de dólares. Argentina debe aún 6.700 millones de dólares (fuera de los intereses) al Club de París; en noviembre de 2010, éste aceptó renegociar el arreglo de esta deuda pero, como lo reclamaba el gobierno argentino desde hace dos años, sin la intervención del FMI.
10. Les Echos, París, 21 de enero de 2002.




No faltan antecedentes

1868: Estados Unidos
Al final de la guerra civil, Washington declara “nula” la deuda de la Confederación.

1898: Cuba
Después de su victoria contra España, Estados Unidos denuncia los créditos detentados por Madrid sobre el pueblo cubano.

1918: Unión Soviética
Los bolcheviques repudian la deuda zarista.

1998: Rusia
Moscú decreta la suspensión unilateral de su deuda hacia países del Club de París (11) y bancos privados.

2003: Irak
Estados Unidos declara “odiosa” la deuda iraquí y solicita a Alemania, Francia y Rusia renunciar a sus créditos.

2007: Ecuador
Un auditor dictamina la ilegitimidad de una gran parte de la deuda pública. Quito impone a sus acreedores la compra, por 900 millones de dólares, de títulos que valen 3.200 millones de dólares.

2008: Islandia
La población islandesa se moviliza contra el pago de una deuda ligada a las actividades del banco privado Landanski (12). Amenazado con represalias por los gobiernos británico y holandés, tanto como por los inversores, el país ve, sin embargo su “nota” realzada de BB+ a BBB- por la agencia Fitch, el 17 de febrero de 2012.

Extraído de la presentación “Dette odieuse: toute une histoire”, de Claude Quémar (Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo, CADTM), Lieja, 22 y 23 de octubre de 2011, y del libro AAA.: Audit, Annulation, Autre Politique, de Damien Millet y Eric Toussaint, Seuil, París, 2012.

11. Grupo informal de acreedores públicos. Los miembros permanentes son Alemania, Australia, Austria, Bélgica, Canadá, Dinamarca, España, Estados Unidos, Finlandia, Francia, Irlanda, Italia, Japón, Noruega, Países Bajos, Reino Unido, Rusia, Federación de Suecia y Suiza.
12. Véase Silla Sigurgeirsdóttir y Robert Wade, “Islandia, un pueblo que vota contra los banqueros”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, mayo de 2011.

* Periodista.

sábado, 28 de enero de 2012

"El capitalismo es capaz de destruir la posibilidad de una vida digna"

Noam Chomsky es autor de libros como ‘Los guardianes de la libertad’. -

[nota extraída de Publico.es]


Noam Chomsky es autor de libros como ‘Los guardianes de la libertad’. -EFE

Noam Chomsky enciende la radio. No quiere oír al locutor conservador Rush Limbaugh. "Quiero escuchar a la gente que llama", dice. Son personas como Joe Stack [el informático que se suicidó estrellando su avión contra una oficina del Servicio de Recaudación Fiscal en Austin, Texas]. Le recuerda preguntándose qué le pasa. Dice haber hecho todo bien, es un cristiano devoto, que trabaja duro para su familia. Tiene un arma. "Creo en los valores de mi país y mi vida está derrumbándose". Chomsky (Filadelfia, 1928) sabe lo que le ocurre, y ha seguido el derrumbe del sistema económico y político de los EEUU en obras como Sobre el poder y la ideología y Los guardianes de la libertad.

El ensayista norteamericano es implacablemente autocrítico y se indigna con los actos de violencia y opresión. Es incómodo, muy incómodo, para la clase política que se disfraza de falsa progresía y se sirve de la crueldad del capitalismo desenfrenado y la guerra imperial. Ha desmantelado desde hace décadas el fraude moral e intelectual y una pequeña muestra de su trabajo queda recogido en los escritos, conferencias y respuestas que el articulista de Público selecciona en La era Obama y otros escritos sobre el imperio de la fuerza, de la editorial Pasado y Presente.

"El neoliberalismo de los últimos
30 años ha sido un desastre para
la mayoría de la gente"

Joe Stack formaba parte de una calle, en la que Chomsky ha sentido la frustración, la ira y el odio ante una crisis que ya ha tocado también las cuentas de la esperanza. "Exacto. La calle está así y con muy buenas razones. El periodo neoliberal de los últimos 30 años ha sido un desastre para la mayoría de la población, sin contar con los países que directamente ignoraron las reglas, como gran parte de Asia oriental", explica Chomsky a este periódico.

Sin optimismos

Ese derrumbe de la dignidad ha crecido en la misma proporción en la que disminuía la credibilidad de la clase política. ¿Cuál es la razón? "Las políticas que se han impuesto han servido a la riqueza y el poder", dice. Ciudadano desasistido, votante escéptico. Por eso no le extraña que, entre tanta amenaza de bomba y de gobiernos patrioteros, solo haya lugar para el pesimismo: "¿Optimismo? Solo queda entre aquellos que están ansiosos por ver las especies destruirse entre sí".

"Está en las manos de la población
parar a tiempo la devastación
provocada por el capitalismo"

Si se le pregunta por sus intenciones o metas habla de animar a que las personas piensen por sí mismas. Pero para cuestionar las suposiciones convencionales de cada uno hace falta mucho escepticismo. "Obliga a buscar una justificación a la sabiduría convencional: es incapaz", dice. Reclama esfuerzo y análisis. No pide cinismo para tratar la desigualdad, la injusticia, ni para desafiar a la hipocresía del sistema capitalista para decir la verdad. "La forma del capitalismo que generalmente se ha llamado ‘capitalismo', es capaz de destruir la posibilidad de una vida digna, y desde luego se encamina en esa dirección. Si la devastación capitalista se puede parar a tiempo, está en las manos de la población", aclara en un guiño a los levantamientos ciudadanos de todo el mundo.

Armas, derechos humanos, salud social, sesgos informativos, Palestina, Irak, Afganistán o el asesinato de Bin Laden son algunos de los temas favoritos en el pensamiento de Chomsky, en los que hurga para encontrarse con un panorama realmente crudo. Su preocupación le hace utilizar para dos asuntos la misma expresión: "Una horrible perspectiva". La primera, para analizar las consecuencias más inmediatas y significativas del asesinato de Osama Bin Laden en Pakistán, el pasado 1 de mayo. "El fervor antiestadounidense ya había alcanzado un punto álgido en Pakistán y estos acontecimientos probablemente lo exacerbarán", dice.

Peligros nucleares

Para el autor de El beneficio es lo que cuenta, Pakistán es el país más peligroso del planeta, y también la potencia nuclear de más rápido crecimiento del mundo, "con un arsenal enorme". Si EEUU pusiera a los soldados paquistaníes en una posición en la que sientan menospreciado su honor, muchos lucharán contra los estadounidenses. Y si Pakistán se derrumba... el flujo de una cantidad de exsoldados muy bien adiestrados, incluidos expertos en explosivos e ingenieros, hacia los grupos islamistas sería un serio riesgo de que materiales fisibles acabaran en manos de los yihadistas. Es decir, "una perspectiva horrible".

"Es una lástima que muchos
ciudadanos fueran engañados
por el marketing de Obama"

¿La segunda visión catastrófica? La imparable carrera armamentística de Obama. "En lugar de adoptar medidas prácticas para reducir la amenaza real y grave de la proliferación de armas nucleares, EEUU está preparándose para tomar medidas de envergadura con el propósito de reforzar su control de las regiones productoras de petróleo en Oriente Próximo, e incluso para recurrir a la violencia si los otros medios se revelan poco efectivos", dijo el 25 de julio de 2010, en su discurso en la Conferencia Nacional Contra la Guerra.

El ocaso de un líder

Si Obama ha acelerado el proceso de multiplicación de la capacidad bélica de las fuerzas armadas estadounidenses, si las amenazas crecientes de una acción militar contra Irán han aumentado, si en lugar de adoptar medidas prácticas para reducir la amenaza real y grave de la proliferación de armas nucleares EEUU se prepara para controlar por la fuerza el petróleo en Oriente Próximo, si el "compromiso retórico" de Obama con la no proliferación le ha valido muchos elogios, e incluso un premio Nobel de la Paz, ¿quién era ese presidente que en 2008 era carismático y honesto cuando salió elegido?

"Yo escribí sobre él antes de las elecciones, sin esperar nada. Ya no estaba solo. Inmediatamente después de las elecciones, la industria de la publicidad le dio su premio anual por la mejor campaña de marketing del año. Es una lástima que mucha gente fuera engañada por Obama", explica Chomsky.

"La izquierda parlamentaria
es lo que solemos llamar
la derecha moderada"

En el epílogo de La era Obama, la edición en castellano ha incluido un extenso artículo en el que el autor analiza el asesinato de Bin Laden. ¿No era una acción como esa más propia de George W. Bush que de Obama? "Bajo los Bush, los sospechosos fueron secuestrados y enviados a las cámaras secretas de tortura. Con Obama, se los asesina, en una campaña de asesinatos creciente", suelta tajante.

Chomsky recoge las palabras del prestigioso abogado británico Geoffrey Robertson, que respaldó la intervención pero no la ejecución. El letrado describió aquel "se ha hecho justicia" de Obama como un "absurdo". Debería resultar evidente para alguien que ha sido profesor de Derecho Constitucional, que aquello fue una violación del Derecho Internacional.

Democracia acosada

Otra pata importante sobre la que estructura su pensamiento Noam Chomsky queda bien definida en este nuevo volumen: la amenaza que supone para la elite la democracia. "Ciertas cuestiones se marginan, un reflejo del desagrado que la democracia inspira a la elite en general y el temor que esta tiene a sus consecuencias", cuenta.

Ya en 1997 Noam Chomsky escribió en Lucha de clases, ensayo sobre las victorias presidenciales de Ronald Reagan en 1980 y 1984, que los grupos de elite aprovecharon el descontento de la población para destrozar el Estado del bienestar y "redirigir la política social hacia los intereses de los poderosos y de los privilegiados". ¿En qué año hemos dicho que escribió esto?

Pero si esta inquietud se ve reforzada por el hecho de que en una buena cantidad de cuestiones, habitualmente las más importantes, ambos partidos, demócratas y republicanos en EEUU (los que sean en el resto del mundo), se encuentran a la derecha de las opiniones del electorado, ¿quién salvará a la clase trabajadora, a la izquierda? "Pero ¿quién es ‘la izquierda'? Si te refieres a la izquierda parlamentaria, ellos son más o menos lo que solemos llamar ‘la derecha moderada".

lunes, 14 de noviembre de 2011

¡Chau, payaso mediático!

No me hace gracia ver a los tanos en el horno. Me une a ellos la sangre, y la historia de unos ancestros locos que cruzaron medio mundo pa' encontrar un futuro.

Hacía tiempo esperaba verlo con los pies en polvorosa, mientras me morfaba crónicas de Ecco, y tantos otros, sobre los abusos de este Menem a la scarparo.

Y se fue, nomás, pero antes se llevó puesto a un país que fue tan iluso como para confiar en él. Algo así como los argentinos de los 90's.

Excelente análisis sobre este esperpento.

Fuente:
La historia del dia
iProfesional
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