viernes, 15 de abril de 2011

24 de marzo con atraso

Teniendo en cuenta las últimas novedades respecto a Patti (recuerde, el legislador que no pude asumir porque, dijo, estaba siendo injustamente acusado) y otros represores, por fin subí la foto que saqué el último 24 de marzo.

Creo que sentí que, verdaderamente, un pingüino nos miraba de costado.

Luego de muchísimos años, por fin, algunos hijos de mil putas fueron presos. Una pequeña parte de quienes se hicieron dueños de la Argentina a la fuerza. Los mismos que la desvalijaron y que la condenaron al silencio (el mismo silencio que luego sería cómplice del menemismo). Esos los tipos que, en el interín y casi como un trámite, echaron a 30000 personas a la nada. Pero no lograron su cometido, que era echarlos, a ellos y a sus ideas, al olvido.

Sin embargo, debo reconocer que las dictaduras crean consenso y se mantienen sobre ese consenso(1). Los dictadores de 1976-1983 no se mantuvieron tanto tiempo de casualidad, en cierto modo existía un consenso hecho más de indolencia que de entusiasmo, pero existía(2).
Y no podemos equivocarnos en esto: Esa indolencia continúa hasta hoy, en el discurso de quienes revalorizan la dictadura (¿?), la teoría de los dos demonios, la seguridad que había en la calle en aquellos tiempos (postulado realmente ridículo, porque acto seguido afirman que la guerrilla ponía bombas en cualquier momento y lugar).
No tiene sentido comenzar una diatriba contra quien, como bien dice Eco, no quiere reconocer que fue cómplice de asesinato, y prefiere culpar a las víctimas para desautorizar el reclamo y expiar la memoria de sus culpas. Para ellos transcribo un texto de 1979:

Desde luego, la triste ley de la fatiga y el olvido adelgaza las memorias de quienes necesitan para indignarse las hormonas diarias de la TV y los periódicos; los muertos no hablan, desde luego, los presos tampoco, y la gran mayoría de los exiliados se pierden poco a poco en los diferentes países extranjeros donde les toca sobrevivir la tristeza y la nostalgia.
Julio Cortázar.

Pero nuestros muertos sí hablan, incluso hasta gritan con las gargantas de muchos pibitos que hoy son como fueron ellos entonces. Y en su memoria, se hará justicia.


(1) y (2) Umberto Eco, apuntes sobre el fascismo.

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