martes, 14 de junio de 2011

Cómics y aulas

Mi novia viene metiendo cómics en sus clases de literatura desde el año pasado.

Siendo adoradora devota de El Eternauta, gracias a mi infantil fascinación por los cómics, también ha descubierto a Mort Cinder, El sueñero y (muchos) otros.

A veces me pregunto si en verdad hace bien. Digo, si está bien pensar que los pibes son sensibles a los cómics, simplemente porque nosotros lo fuimos. ¿O será que la sensibilidad de estos pibes pasa por otro lado y no nos damos cuenta?

Hay dos grandes tendencias en lo referido al noveno arte:

1-El cómic meramente comercial: construido, generalmente, sobre la base de un súper heroísmo (a mi entender, bastante berreta) que plantea la existencia de súper poderes y súper héroes, y su lucha contra los malos por un mundo más justo. Nunca queda claro qué es lo justo, quizá porque los autores, generalmente, pretenden no mezclar ideologías con negocios (excepto, quizá, en Superman). Algunos cómics de superhéroes reúnen características de la segunda tendencia, pero son los menos.

2-El cómic de denuncia: también comercial, pero que apunta a algo menos nítido pero más importante. Podríamos decir que se relaciona con el cómic europeo y latinoamericano, pero estaríamos mintiendo. Particularmente, es el que más me gusta. Podríamos citar obras maestras del género como V de vendetta, Transmetropolitan, El arte de volar, Ciudad, El Eternauta, entre muchos otros.

Aclaro que la división de más arriba no es del todo correcta, ya que ignoro el manga (que usa seres mitológicos antes que súper héroes), pero la idea de este post no es hacer un análisis preciso de los cómics.

La ambición de mi novia es poder utilizar obras de la segunda tendencia para llegar a los pibes y hacerlos reaccionar. Aunque ella todavía no lo sabe, su intento está relacionado con otros, hechos por infinidad de investigadores de todo el mundo (algunos se han basado en el cine y la publicidad, en graffitis, en intervenciones de rap o hip hop, etc). La idea central es lograr que los pibes se adueñen de la cultura a través de un elemento que nos les resulte tan ajeno, inalcanzable.

Esto plantea un gran interrogante: ¿Se puede pensar en una educación (pública) que tenga estos objetivos? Es decir, ¿sería posible implementarlos con los recursos y las carencias existentes?

De movida, una educación pública personalizada para cada alumno se me hace impracticable. No sé, quizá estoy equivocado.

Les dejo algunos links, referidos a la visión del cómic como un soporte profesional y válido para la transmisión de ideas, además de una obra muy interesante de Miguel Ángel Montezanti: la adaptación del Martín Fierro al lenguaje cumbiero.

Fuentes:
Mi propia cabeza.
Cultura libre de Lawrence Lessig (web-book).
Abandonad toda esperanza.
Revista Ñ, sábado 11 de junio.

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