miércoles, 22 de junio de 2011

The New York Times y Clarín (¿un sólo corazón?)

Me llamó la atención una nota de Roger Cohen, publicada en una selección de notas del New York Times que Clarín publica los sábados.

Vendría ser como el (eterno) retorno a las ideas de Fukuyama, en un intento de imponer la analogía entre progreso y globalización.

Resulta impresionante leer que la filosofía neocon continúa en vigencia, sobre todo porque es predicada en un multimedio autodenominado independiente y masivo. Digo, impresiona después escuchar estos mismos argumentos en labios de gente para la que, realmente, resultan contraproducentes.

En un principio, se menciona la necesidad de crear un ministerio económico europeo, propuesta surgida del jefe del Banco Central Europeo en tiempos en que se entreveé que los países cerca del default (en la nota se los nombra como de mal desempeño o ineficientes) no aceptarán las medidas de ajuste exigidas para sus respectivos rescates.

Luego, se propone una dicotomía entre visión nacional y progreso, argumentando que el estado-nación parece tan virulento como en el siglo XIX, una idea obstinada que apela a instintos primarios y se ríe de la lógica.

¿Los estados nación más "virulentos" no se dieron en el siglo XX, con dos guerras mundiales? Habría que informarle esto a los soldados americanos (sic) que "pelean por su país" en Medio Oriente. Y decirles que, en realidad, están peleando por una economía globalizada (sic). Por último, ¿de qué lógica habla el cronista?

La parte más graciosa del texto dice que eso crea todo tipo de problemas (es decir, la virulencia de los estados-nación), porque la autoridad nacional es obstinada pero ineficaz contra las fuerzas políticas, financieras y económicas de la modernidad. Esos problemas no sólo surgen en Europa. En los EE.UU la economía presenta un raro panorama de elevado desempleo y crecimiento anémico a pesar de que a muchas empresas les va en extremo bien. El motivo es que esas empresas podrán ser estadounidenses en teoría, pero hace mucho tiempo que están globalizadas y a menudo obtienen la mayor parte de sus ingresos, muchos de sus empleados más talentosos [...] de los mercados extranjeros.

Esto es poesía pura (el oxímoron de crecimiento anémico merece un Nobel).

El texto posee tantas incoherencias que no vale la pena analizarlo punto por punto. Excepto una idea central que voy a discutir siempre: está claro que la globalización laboral, entendida como la traslación de los centros industriales a regiones donde los costos productivos son menores, perjudicó INCLUSO a los EE.UU (como estado-nación, y no como conglomerado de corporaciones). Cosa que reafirma mi idea de que la industrialización de América Latina es un deber social de los gobiernos, y no una falacia eleccionista o una política demagógica.

Uno puede estar de acuerdo o no con el gobierno argentino actual, pero para votar con conciencia, no se debe elegir a quienes repiten discursitos como el de Cohen y sus amigos.

Fuente:
Clarín (traducido desde The New York Times)

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