sábado, 13 de agosto de 2011

Criminalización de la protesta (entre otras muchas cosas)

Lo que sigue es una opinión claramente personal, infundada y tergiversada.

Siempre digo que el discurso de la Tolerancia cero ganó la guerra
de la comunicación. Estimo que su victoria se debe a una mejor disposición de los medios de comunicación, además de la berretización en el pensamiento de cierto entramado social (las clases medias) dado que, siempre buscando la ascensión y la obtención de privilegios, temiendo naturalmente su proletarización ingenua y emocional, ve en la concienciación popular una amenaza para su paz(1).

El temor a los negros (en Argentina se suele retratar así a los pobres y a los inmigrantes) despierta el peor racismo de las clases medias. Pero no se queda ahí nomás, porque la discriminación es progresiva, integral y asimétrica, y existe incluso entre las clases más bajas (que principalmente discriminan a los inmigrantes). Así vemos que, ante cualquier problema en el entramado social, los culpables son los pobres. Por eso se los reprime allí donde se los encuentra (aunque sea remotamente relacionados con los disturbios).

En el caso inglés, la cosa parece complicada porque varios factores se unen en el estallido. Por un lado tenemos la ineficiencia de la policía inglesa (víctima de recortes presupuestarios y descabezada luego del caso Murdoch), la supuesta organización tecnológica-comunicacional de los saqueadores (postulado ALTAMENTE discutible) y el origen racial de los disturbios (el asesinato de un inmigrante a manos de la policía se supone uno de los detonantes).

El gobierno de Cameron apela a la figura clásica del inmigrante ilegal, afrodescendiente, delincuente (para la teoría socialmente aceptada), como origen de los disturbios de los últimos días. Nos muestra imágenes de arrestos con despliegues impresionantes (promedio 50 agentes para arrestar a 1 individuo que no opone resistencia), de incendios, de batallas entre ciudadanos. Pero a su vez se nos restringe información de otro tenor. La misma BBC (ese ejemplo de honestidad periodística según Beatriz Sarlo) acepta que no distribuye datos que contradigan la postura oficial. Así, no podemos ver videos de policías reprimiendo excesivamente, ni escuchar a reconocidos escritores explicando el por qué del estallido, desde un punto de vista que también parece válido. Claro, a menos que busquemos canales alternativos de información como Russia Today o Telesur. Algunos de los cuales se intentan restringir por medidas que ya hemos citado.

¿Cabe preguntarse por qué el gobierno de Cameron no relaciona estos hechos con las masivas manifestaciones contra su gobierno, ocurridas hace apenas unos meses? Quizá habría que recordar anteriores medidas de Cameron, como el anuncio de la cesación de beneficios sociales y el despido de 500.000 empleados públicos. Eso ayudaría a entender la crispación de una sociedad que hace 30 años que no se siente coaccionada como ahora.

También ayuda recordar que, a partir de 1998, desde el Reino Unido, en donde constituyen el patrón con respecto al cual todas las autoridades son exhortadas a comparar en lo sucesivo sus prácticas policiales y judiciales, las nociones y los dispositivos promovidos por los "generadores de ideas" neoconservadores de los Estados Unidos se difundieron a través de Europa occidental, por Suecia, Holanda, Bélgica, España, Italia y Francia. Y lo han hecho a tal punto que hoy es difícil que un funcionario de un gobierno europeo se exprese sobre la "seguridad" sin que salga de su boca algún eslógan made in USA, aunque sea ornado, como sin duda lo exige el honor nacional, con el adjetivo "republicano": "tolerancia cero", veda horaria, denuncia histérica de la "violencia de los jóvenes" (vale decir, de los jóvenes llamados inmigrantes de los barrios puestos en barbecho económico), focalización en los pequeños traficantes de drogas, flexibilización o reducción de la frontera jurídica entre menores y adultos, cárcel para los jóvenes con varias reincidencias, privatización de los servicios de justicia, etcétera(2).

En España y Grecia, donde los elementos digitales mediante los cuales se organizan los manifestantes están siendo eliminados, la represión física también se hizo presente (con menos cobertura mediática). La idea central, fomentada por un sector reaccionario de la derecha, es eliminar la protesta o desligitimarla diciendo que los manifestantes son comunistas, etarras o inmigrantes ilegales que no quieren trabajar.

Porque nadie habla de trabajo en las manifestaciones. No, sólo dicen que están cagados de hambre y en la calle. Pero de trabajo, ni (periodista derechoso dixit).

Resulta claro, en efecto, que la exportación de los temas y las tesis de seguridad incubados en los Estados Unidos a fin de reafirmar el influjo moral de la sociedad sobre sus "malos" pobres y domesticar al (sub)proletariado en la disciplina del nuevo mercado de trabajo sólo es tan floreciente porque coincide con el interés y el asentimiento de las autoridades de los distintos países destinatarios. Vale decir que entre los agentes de la empresa trasnacional de conversión simbólica que apunta a hacer aceptar como autoevidente, gracias a su universalización (dentro del círculo restringido de los países capitalistas que se piensan como el universo), el nuevo ethos punitivo necesario para justificar el ascenso del Estado penal, hay que incluir a los dirigentes y funcionarios de los Estados europeos que, uno tras otro, se convierten al imperativo de "restablecimiento" del orden (republicano), luego de haberse convertido a los beneficios del mercado (llamado libre) y a la necesidad de "menos Estado" (social, claro está)
Los países importadores de los instrumentos norteamericanos de una penalidad resueltamente ofensiva, adaptada a las misiones ampliadas que incumben a las instituciones policiales y penitenciarias en la sociedad neoliberal avanzada -reafirmar la autoridad moral del Estado en el momento en que lo afecta la impotencia económica, someter al nuevo proletariado al trabajo asalariado precario, recluir a los inútiles e indeseables del orden social naciente-, no se contentan, empero, con recibir pasivamente esas herramientas. A menudo las toman por propia iniciativa y las adaptan a sus necesidades y tradiciones nacionales, tanto políticas como intelectuales, en especial por conducto de esas "misiones de estudio" que desde hace una década se multiplican a través del Atlántico(3).

Como argentino, ¿todo esto no le suena conocido? ¿Recuerda el incidente del parque Indoamericano? ¿Recuerda las reiteradas notas en los diarios, hace unos meses, sobre intervención estatal, puñaladas contra la empresa privada, y un largo etc?

Las restricciones de internet, de las que tanto nos indignamos Los Pájaros, son apenas un coletazo de estas nuevas medidas de control social, que intenta cercenar el acceso a la información (entendida como vehículo posible hacia un mejor posicionamiento social).

Es importante entender que las elites mundiales tienen la intención de emular el sistema represivo estadounidense, quizá con la idea de replicar un modelo de sociedad que no se manifiesta, que no pelea por sus derechos. La intención es, otra vez, disciplinar a la masa, hacerla susceptible de los mandatos de los sectores dominantes. Suena paranoico pero no lo es. Piénselo un poco... ¿No deberíamos preguntarnos por qué defendimos la postura de los grandes pools sojeros, cuando claramente no representaban a los productores locales? ¿Y por qué, ahora, defendemos las importaciones sin restricciones, cuando durante un buen tiempo no pudimos adquirir esos productos porque superaban nuestra capacidad adquisitiva? ¿No deberíamos preguntarnos también por qué defendemos tanto el pago de nuestra deuda externa a acreedores que, claramente, nos han perjudicado en reiteradas oportunidades? ¿O cuestionarnos por qué creemos que Brasil, Uruguay y Argentina están enfrentados cuándo aúnan (cada vez más) políticas económicas para regionalizar la economía?
El problema está en las elites mundiales, porque han acumulado mucho poder durante los años dorados del fin de la historia y por eso se creen (todavía más) impunes. Se han hecho dueños de eso que llaman mercado (un intangible del que, vamos, eran dueños desde el principio), y ahora controlan los medios de comunicación, los sistemas de producción, los organismos de préstamo internacional, las calificadoras de riesgo, los bancos, las empresas de salud, en fin...

Pero no les alcanza y siempre quieren más. ¿Y sabe qué buscan ahora? Sus impuestos. Es decir, quedarse con sus impuestos, cobrándolos a través del endeudamiento de los países (aclaro, de todos los países, porque el adjetivo de centrales ya como que no se aplica tanto). Fíjese quiénes son o serán los tenedores de deuda. Fíjese a quiénes se rescató en el 2008. ¿Hay una coincidencia? ¡No me diga! ¿Acaso no deberían, nobleza obliga, evitar JUSTO ESTA especulación tras el rescate que recibieron? Y, no señor. No pueden ni deben. Entienda que el mercado es así. Si no son ellos, será otro el que lo hambree a usted con plazos imposibles y ajustes de gasto social.

Resumiendo: nos quieren empobrecer más, mientras nos cagan a palos y nos quitan las descargas de películas. Entienda que, también en la libre información y organización que propicia Internet, reconocieron el único obstáculo que todavía no pudieron superar; la resistencia de un pueblo organizado.

Como siempre digo: Los mismos buitres sobrevolando el cadáver. Y los círculos son cada vez más chiquititos.

(1) Paulo Freire, La educación como política de la libertad.
(2) y (3) Loic Waquan, Las cárceles de la miseria.

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