jueves, 24 de mayo de 2012

Dar vuelta la tortilla


[OPINIÓN PERSONAL]

Las personalidades que figuran en la nota, tiene mucho que ver con la destrucción de la economía mundial en general, y de la europea en particular.

¿No le parece curioso que se hayan tomado 15 años para advertir el resultado de sus políticas de desregulación?

Y lea bien porque hablan de NACIONALIZAR LA BANCA.

[NOTA ORIGINAL EN LE MONDE DIPLOMATIQUE VERSIÓN PAPEL]

TASA TOBIN, UN AMOR TARDÍO
por Serge Halimi

En 1997, este periódico popularizó la idea de un impuesto a las transacciones financieras. Por entonces, estas últimas representaban quince veces la producción mundial anual. Hoy, la proporición es de casi setenta a uno. Hace quince años, no se hablaba mucho de créditos subprime y nadie imaginaba una crisis de la deuda soberana de Europa. La mayoría de los socialistas europeos, obnubilados por Tony Blair, ponían las manos en el fuego por la "innovación financiera". En estados Unidos, el presidente William Clinton estaba dispuesto a alentar a los bancos comerciales para que especularan con el dinero de sus clientes. En cuanto a Nicolas Sarkozy, extasiado ante el modelo estadounidense, alababa la política (preñada de futuras calamidades) que llevaba a cabo la Reserva Federal. Y soñaba con créditos subprime a la francesa.

Basta decir que, en 1997, el impuesto Tobin no tuvo buena prensa: ¡si todo iba tan bien! El ministro francés de Economía y Finanzas, Dominique Strauss-Kahn, lo consideró impracticable desde el principio. Y Sarkozy fue terminante: "El asunto del impuesto Tobin es absurdo [...]. Cada vez que penalizamos la creación de riqueza en nuestro territorio, favorecemos la creación de riqueza en los demás". Apenas convertido en presidente de la República, le encargó a su ministra de economía y Finanzas, Christine Lagarde, que suprimiera un impuesto bursátil. La actual directora del Fondo Económica Internacional lo justificó del siguiente modo: "Es una medida que contribuirá a reforzar el atractivo de París como plaza financiera". Sin esto, advertía, "la ejecución de cierto número de órdenes [se haría] desde plazas extranjeras que [hubieran] abolido hace tiempo impuestos equivalentes".

Después, los acontecimientos mostraron la incuria de los responsables políticos que esperaban beneficiarse con la "innovación financiera" a través del dumping fiscal. Los Estados salvaron a los bancos sin más contrapartida que ganancias aun más robustas. Pero aunque no se tomó ninguna decisión contra el sector financiero, hoy todos disputan por ver quién lanza la proclamación más rimbombante contra el "dinero rey". En Estados Unidos, hasta los candidatos republicanos ultraconservadores fustigan a los "buitres" de Wall Street que "se roban el dinero de tu empresa, provocan tu quiebra y se van con los millones".

Así pues, no sorprende demasiado que, cuatro meses antes de terminar su mandato, Sarkozy pretenda "hacer participar al sector financiero en la reparación de los daños que el mismo provocó". Quda olvidado lo "absurdo" de un impuesto sobre las transacciones financieras; se ha evaporado el peligro de ver eclosionar en el extranjero los huevos de oro de la especulación.

Nosotros también podríamos seguir contentándonos con "poner palos en la rueda de las finanzas", como exigía el economista James Tobin. Pero, ya que ha quedado claro que éstas son un bien público vital cuyos accionistas pueden tomar de rehén a la población, nosotros también tenemos que avanzar. Y exigir que los bancos dejen de pertenecer a intereses privados.


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