jueves, 28 de octubre de 2010

El día en que empecé a militar

Ante todo, pido disculpas por el lenguaje utilizado y por la extensión de esta nota.

En segunda instancia, quiero asegurar que no soy militante K, así como tampoco soy/fui un gran militante, apenas una cháchara pendejil con mi gigantesco profe Güelfo, durante mi paso por la escuela secundaria (una escuela católica, debo aclarar), en la que se habló de armar un centro de estudiantes.

Debo confesar, primero, porqué (creo que) mi generación no se relacionó todo lo que debía con la política. Quizá también deba aclarar que pertenezco (y pertenecí) a la clase media urbana argentina y que siento que todos los que, como yo, vivieron en (ciertas) condiciones de salir del país durante la época del menemismo, también permanecieron ciegos a la realidad.
Y es que, mientras unos chotos nos desvalijaban, mis amigos y yo recorríamos playas a lo californiano, sin importarnos más que montar unas buenas olas y alguna que otra minita.
[ACOTO: Durante ese tiempo, jamás nos planteamos el porqué tanta gente puteaba a Cavallo, ni porqué vomitaban alertas sobre las supuestas medidas que "modernizaban" el país].
Años después, las consecuencias de aquellas "relaciones carnales" se garcharon a mi viejo, y a tantos otros viejos en el mismo instante. Y junto a ellos, también se garcharon a miles de familias como la mía.
Viví en carne propia lo que es tener un padre desempleado, desesperado por conseguir laburo de cualquier cosa. Y por eso sé muy bien lo que puede generar en un hogar el miedo, la tensión, las peleas...

Quizá deba reconocer que cargo con el terrible peso de una memoria inexpugnable al tiempo. Una memoria que se enrosca sobre sí misma, abarcando interminables años de mi vida. Por eso puedo decir que recuerdo el primer año del gobierno de Alfonsín, yo apenas contaba 8 años, cuando todos acusaban a RA (por Raúl Alfonsín, por República Argentina) de comunista, simplemente porque había reanudado las relaciones diplomáticas con Cuba y la, entonces, URSS.
También recuerdo los discursos del hermano de Menem, negándose a ponerle "bandera de remate al patrimonio argentino", mientras Alfonsín intentaba privatizar (debo admitirlo, de una forma menos criminal) las empresas del estado.
[ACOTO: ¿Qué pasó con ese Alfonsín, que después se convirtió en ese otro, que negoció la reelección en el Pacto de Olivos?]
Todavía me recuerdo parado en la Plaza de Mayo, al lado del gruñón de mi viejo, cantando el himno nacional mientras el lento general Alais no llegaba nunca a reprimir el alzamiento militar que obligaría a Alfonsín a decir aquellas tétricas palabras.
¿Qué casa? ¿Qué orden? ¿El de los milicos?
[ACOTO: Algunos líderes adolescen de consciencia histórica. Son incapaces de ver la coyuntura y adecuarse a ella]
Todavía recuerdo cómo lo puteó mi viejo. Y, después, cómo esperó durante semanas que aquello fuese sólo una estrategia de su amado líder, para sorprender a los milicos con la guardia baja y mandarlos presos de una buena vez.
[ACOTO: Supongo, porque no lo sé realmente, que por aquellos días murió la militancia de mi viejo].


Pasadas esas aclaraciones, quiero dejar testimonio de lo que viví la noche del 27-10-2010, en Plaza de Mayo.

Como en los ochenta, un montón de gente se precipitó a la plaza para apoyar a quien reconocía como su líder. También como en los ochenta, la sensación fue que se estaba viviendo una hora decisiva en la que uno no se podía esconder en el margen.
[ACOTO: Al menos yo sentí eso. Como también vengo sintiendo desde hace un tiempo, gracias a algunas lecturas y, más que nada, a ejemplos de amigos cercanos, que uno DEBE ser protagonista de los acontecimientos que lo involucran, de la forma que pueda, puesto que si uno no participa no se tiene el derecho de reprochar, nada].

Y digo esto de esconderse, porque muchos, me incluyo, nos hemos refugiado al costado de la ruta, mientras mirábamos pasar a los demás y criticábamos la forma en que se manejaban recurriendo, aparentemente, a un vicio más viejo que el caracú: Se dice que fue Pitágoras quien empleó por primera vez la metáfora de la política-deporte: En política las cosas ocurren como en un estadio. En las gradas están los espectadores que gritan, alientan y aplauden o critican las jugadas; en el campo de juego están los que las hacen.
Ya me rompí las manos aplaudiendo, y me quedé sin voz de tanto putear. Así que ahora prefiero bajar para meter unos cuantos goles y hacer unos varios miles de fules.
[ACOTO: El fútbol no es el mejor deporte-metáfora, pero es el que más conozco].
Como nuestros viejos en los ochenta, creo que teníamos miedo. Quizá la figura de un golpe militar y del regreso de la dictadura sea hoy algo exagerado, comparado con lo que les tocó afrontar a ellos, pero la idea del miedo sí es válida, entendida como la necesidad de sostener a quien ha propiciado los cambios que se han logrado hoy.

Leyéndome parezco peronista, pero sé que no lo soy.

Me sorprendió, a esta altura no sé bien por qué, notar que esa noche no hubo micros, ni sindicatos, ni consignas peronistas. La mayor parte de la gente se amontonaba en grupitos aislados, como el nuestro, mientras que otros se encolaban tras banderas de grupos de "izquierda" (aunque estoy seguro que la izquierda no llora a Néstor, porque lo considera un tibio, porque debió hacer más).
Con el pasar de los minutos, esos grupos se amalgamaron en una gran masa.
Me sorprendió saberme parte de una noche particular, mientras al mismo tiempo recordaba aquella otra tarde/noche pasada al lado de mi viejo, cantando el himno y puteando a los milicos, mientras coreábamos Argentina, Argentina.
Me sorprendió, gratamente esta vez, comprobar que el pueblo argentino responde cuando se siente amenazado (aunque puede que lo hagamos tardía o tibiamente, no sé). Pero finalmente responde, cuando siente que tiene un líder que también va a responderle.
[ACOTO: Quizá ahí esté la clave de por qué tanta gente se la jugó por RA en su momento, y luego lo dejó en el olvido, cuando no lo puteó o se sintió estafada].
La noche del 27-10-2010 me sentí parte de una historia importante. Creo que hasta me creí parte de una resistencia, equivocada o no, que se niega a ser asimilada por un pensamiento ridículo que propone que: Para tener esperanzas de progresar, hay que dejarse culear por el ALCA, pedirle al FMI, aflojar ante el G8, etc, etc.

Miremos a Grecia, a España, a Francia, a Inglaterra misma, y veamos el estado lamentable en que los dejaron las recetas mágicas de la escuela de Chicago. Y de tanto mirar a Europa, fíjemonos en lo que algunos europeos dicen de Néstor:

Ver original.

Creo que fue Habermas el que habló de la privatización de la población, cosa que realmente sucedió en nuestro país hace cosa de 15 o 20 años.
Para mal o para bien, la movida K vino a romper con esa tendencia y el Bizcocho del Sur (como gustan decir muchos de sus opositores) le plantó cara a un montón de hijos de mil putas que, precisamente, sólo pensaban en convertirnos en bienes de cambio.
Para bien o para mal, Néstor generó eso que sólo generan los fenómenos: grandes amores y aún más grandes odios.
Para bien o para mal, los cambios ya están en camino, y todos los sorongos que se adueñaron del país a través de mil tejes&manejes, lo van a tener que devolver.

Por eso me hago eco de una nota de mi querido Mempo Giardinelli (autor de La Revolución en bicicleta, entre otros de mis libros preferidos), porque también comparto muchas de sus disidencias con Néstor.

Ver original.

Me hago eco, también, de las declaraciones de un escritor polirrubro a quien tengo el placer y el honor de leer, cuando se me muestran textos suyos para publicar en AXXON. Saurio dijo que quien salió a festejar el 27-10-2010 es un sorete con patas.

Todo el texto al fondo de la nota*.

No sé si siento dolor, o tristeza, o miedo. La verdad que no lo sé, pero si sé que, como bien dijo un amigo en su feisbuk, yo viví en los tiempos de Néstor y me creo un privilegiado al haber visto cómo y hacia dónde se dirigió mi país y, sobre todo, cómo se relacionó con nuestra región, para establecer una política de estado conjunta.

Simplemente te agradezco todo, Néstor, posta-posta.

Saludos,
Martín.



*Saurio Escritor Polirrubro escribió:
Tampoco sé si algún radical salió ayer a festejar, al menos no creo que en calidad de "radical". Quien salió a festejar ayer es porque es un sorete con patas, sin importar a qué partido está afiliado.
Y, muy probablemente, ese mismo sorete con patas de ayer, salió a festejar cuando murió Alfonsín o (más aún peor) cuando el pobre Alfonso iba bajando las pocas banderas progres que había levantado gracias a las conspiraciones de la derecha canalla, de la CGT de Ubaldini y del PJ de Menem y Cafiero.
Y hablando de soretes con patas y Alfonsín, yo creo que todos los festejos y las notas de Nación y Perfil son más un reflejo del miedo que tienen que otra cosa. Digo, si la muerte de un Alfonsín al que hacía rato que se le había pasado su cuarto de hora hizo que el partido radical resucitara de un coma irreversible y que el papanatas del hijo pudiera aspirar a algo más que la presidencia de un consorcio, no me quiero imaginar lo que la muerte de un Kirchner en uno de sus mejores momentos puede producir sobre las transformaciones que se están produciendo en el país y la gente.
Tal vez sea un optimismo muy ingenuo el mío, pero creo que ayer se produjo un punto de inflexión irreversible en la lucha contra los garcas y los soretes y que de todo esto va a salir un país mejor para todos y (ojalá) una oposición en serio que reemplace a los imbéciles que sufrimos conseguir.

Y ya que estamos en slogans: Pisar soretes trae suerte.

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