miércoles, 30 de marzo de 2011

Europa arde como la gran flauta

Antes fue Grecia, España y Francia. Ahora es Inglaterra. Poco a poco, la población europea se está dando cuenta de que los popes de la derecha los han cagado. Desde la creación de la generación mileurista, la suspensión de los créditos, la ejecución de las propiedades, el paro (desempleo), el recorte de las funciones sociales del estado. ¡Cómo no entenderlos a los europeos, si acá, en el 2001, nos garcharon (follaron) sin forro (condón) una y otra vez! ¡Cómo no indignarme por lo que ellos están viviendo y por lo que van a vivir, si lo recuerdo en mi propia carne! No puedo hacer la vista gorda, como propone gente que conozco, y decir que ellos no se preocuparon cuando el FMI nos cuereó como quiso, llevándonos casi hasta la desesperación. No puedo, porque el pobre tipo que la sufre y la pelea (en Grecia, En España, En Francia, En Inglaterra), es igual a mí, solo que con otro color de ojos u otro acento al hablar.

Durante 2001 fui un afortunado porque no perdí el trabajo. Pero en mi familia y en mi entorno, la cosa fue distinta: Mi viejo, teniendo la edad de 55 años, fue declarado laboralmente muerto. Varios de mis amigos, incluso varios con formación universitaria, no pegaron trabajaos estables y mendigaron de changa en changa, cagándose de hambre. Fue entonces cuando apareció por Buenos Aires ese ejército de indigentes que todas las noches venía (nunca supimos desde dónde) para encontrar algo para vender o para comer en nuestra basura. Ese ejército que volvimos invisible a costa de ignorarlo, porque no queríamos ver ni saber lo que pasaba más allá de nuestra propia miseria.


Intuyo que tuve mucha suerte porque puedo decir que pasé a través de aquel sofocón sin un desmayo. Sin embargo, hoy, con una madurez que ciertamente no tuve en 2001, estoy dispuesto a dar la batalla que entonces perdimos. Y estoy convencido de que esta batalla se pelea con ideas y discursos, sin armas (al menos no de nuestro lado), con argumentos y mucha pulentería.

A veces dudo, y pienso que esta lucha puede estar desactualizada, que ya prescribió en el tiempo. Entonces veo lo que ocurre en Europa, y, que querés que te diga, hermano, a mí me duele todo. Quizá porque mis viejos tuvieron que emigrar hacia allá cuando la mala nos pegó tan duro, y les fue bien, y les abrieron las puertas a pesar de ser sudacas. O quizá, como dije antes, siento propia la angustia que deben sentir los ciudadanos-comunes-de-calle, sin importar su nacionalidad.


Solo me resta enviarles, en la inmensidad de esta red, un mensaje que no sé si alguna vez les llegará: Un abrazo enooorme, gente, y a abrir grandes los ojos, que el discurso derechista-financiero desea cagarles la vida, igual que a nosotros hace 10 años.


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